18 junio 2005

El Elegido (Primera parte)

Mientras lentamente bajaba por la rampa hacia el desértico terreno, pensaba en que sería el primer ser humano en posar un pie sobre ese nuevo mundo. La transparente y redonda escafandra de su traje le permitía mirar en todas direcciones sin problemas. Era de día, más no había mucho que ver. A algunos metros se divisaba apenas la nave robot que seis meses antes había amartizado en este extraño paraje a miles de kilómetros de la Tierra. La nave robot contenía las provisiones necesarias para un mes, tiempo suficiente en el que debían poner en marcha los vitales proyectos: el invernadero con la coraza protectora de rayos ultravioleta para cultivar sus alimentos, las placas solares para obtener energía del sol y la perforadora con la cual podrían llegar hasta la capa de hielo ubicada a unos cuantos metros bajo sus pies. La energía de las placas solares les permitiría romper las moléculas del agua y generar oxígeno.
Un gran trabajo les esperaba y el ánimo era óptimo, pero la dificultad de cada uno de sus movimientos les hacía recordar que el largo viaje sin gravedad había hecho efecto en sus músculos debilitándolos hasta tal punto que mantenerse en pie era extenuante. Daba gracias a que la fuerza G en ese nuevo planeta era menor que en su planeta natal. Newton tenía razón, a menor masa en los cuerpos, la energía de atracción era menor y Marte sí era más pequeño.
Sus botas dejaban una marca profunda en el suave terreno. El color rojizo del planeta era imperceptible en la superficie, más bien, si le hubiesen pedido definirlo en uno sólo, le parecía grisáceo. Pequeñas elevaciones eran interrumpidas por fosas de mediano tamaño producto, posiblemente, de los constantes meteoritos que chocaban contra la faz del planeta casi sin atmósfera que los detuviese. Cada paso lo agotaba, más estaba dichoso de haber sido elegido para esa misión. La nave robot ya estaba cerca y también sería el primero en llegar, más no esperaba lo que sus ojos atónitos observaban ahora.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Interesante debes continuarla.
En lo persona, si tuviera la oportunidad de ir al espacio NOOOOO iría, que terror, prefiero quedarme acá con los pies bien puestos en la tierra, y si es cerca del mar pues aun mejor jajaja!!
Besos.
.:C.G:.

Roberto Arancibia dijo...

Pregunta extraña:
a) Mauro?
b) Maumor?
c) ninguna de las anteriores?
(en el último caso avise)

-Es que estoy poniendo nombres a los links.

Anónimo dijo...

A mí me da miedo viajar... será lo mismo viajar fuera de aquí...?

Saludos,

Roberto Arancibia dijo...

OK.
Todo arreglado.

Happy blogging!

Roberto_Carvallo dijo...

ir a espacio y desarrollar toda esa pega en el espacio le asegura al astronauta algún grado de inmortalidad ?....

el sólo hecho de pensar en ese descomunal trabajo me deja una tremenda paja... pero leerte no.

Anónimo dijo...

¿Dónde estás pequeños astronauta (ji) que ya no escribes?
Un besito.
.:C.G:.

Jean Georges dijo...

Supongo que se vio a si mismo, reflejado en el vidrio de la nave nodriza. Y su imagen lo devoró.

Espero el final.